martes, 17 de agosto de 2010

Y el pitingle voló

Y El Pitingle Voló

Comenzó agosto el mes de los vientos, época propicia para las manualidades y la creación de naves voladoras por parte de niños, jóvenes y adultos.

Si las condiciones climáticas lo permiten, los cielos estarán salpicados por el colorido de los juguetes que se moverán al ritmo de las corrientes de aire, brindándole disfrute lúdico a sus pilotos en tierra.

En Villavicencio fue tradicional este mes por la construcción masiva de pitingles , palabra ya entrada en desuso debido a la dinámica social que vive.

Con ese nombre se conoció a un a r tefacto volador en forma de diamante, cuyo esqueleto se construye con ver a da, que es parte de la flor de la caña brava, especie propia de las riberas de nuestros caños. Otros materiales son papel, engrudo de yuca, hilo calabrés y piola.

Los multitudinarios concursos anuales, que calificaban al más grande, al más pequeño o al más volador, tenían como sede a Cristo Rey.

Nunca supimos de dónde llegó, ni cuando se acuñó el vocablo pitingle en el léxico de nuestro pueblo; de igual manera, quién introdujo el particular diseño en el medio. Lo que sí es verdad es que varias generaciones de villavicenses manejamos tanto el nombre como su elaboración, hasta que apareció la palabra cometa que vino a generalizar a todos los diseños de estos artefactos voladores.

Hoy en menor proporción y compitiendo con todas las formas geométricas posibles se siguen construyendo pitingles, pero bajo la denominación de cometas.

* Comunicador Social Comunitario

Publicacióneltiempo.comSecciónEditorial - opiniónFecha de publicación2 de agosto de 2002Autor Oscar Alfonso Pabon Monroy*

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